Polarización en el discurso presidencial
Nuestro presidente hizo una declaración muy fuerte al afirmar: «zurdos hijos de putas tiemblen». Este tipo de lenguaje resulta vulgar y lamentable. Es comparable a lo que podría haber dicho Cristina Fernández si hubiera sido hombre.
Observaciones literarias sobre la realidad actual
En la obra «Cien años de soledad» de García Márquez, se menciona: «El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo». Lo que enfrenta nuestra sociedad ahora es algo innovador y desconocido, con aspectos que aún no tienen un nombre definido. Solo podemos intentar señalarlo.
En Occidente, donde nos encontramos, la noción de democracia -que se sostiene en tres columnas: libertad, igualdad y fraternidad- muestra una fragilidad evidente.
Pérdida de la fraternidad
Excepto por la voz de Su Santidad, la «fraternidad» se encuentra en un deterioro progresivo. M. Entraigo ha escrito «Malismo: La ostentación del mal como propaganda» (Capitan Swing, 2024), un análisis del aumento de los insultos en la vida política, lo que oculta el concepto de fraternidad. Recordemos las palabras de A. Guterres en la ONU: «El nivel de impunidad en el mundo es políticamente indefendible y moralmente intolerable».
El avance de la grieta
Estamos viviendo «la grieta», algo que no es nuevo pero que se manifiesta de formas renovadas: nuestro presidente dijo «los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta» y luego agregó «zurdos hijos de putas tiemblen». Esta vulgaridad es deplorable y tiene reminiscencias de lo que podría haber dicho una versión masculina de Cristina. Ambas provienen del mismo entorno.
La fraternidad es la vía que une la libertad con el objetivo de alcanzar la igualdad.
Libertad y desigualdad
Cuando la libertad es dejada a su dinámica propia, tiende a concentrarse, lo que lleva a la desigualdad. Cuando la búsqueda de igualdad se intenta forzar, como hemos sido testigos, si se hace sin considerar la fraternidad y usando la violencia, resulta en la mutilación de la libertad.
La igualdad después de los «dorados treinta»
Los años de esplendor, conocidos como los «dorados treinta» (1945/75), han dado paso a una era donde la igualdad, en cifras, parece haber desaparecido. En casi todo Occidente, el Coeficiente de Gini ha aumentado. Más alarmante es que, en su discurso en Davos, mientras «la audiencia parecía atónita, abrumada por tanta ira» (LN 23/1), nuestro presidente responsabilizó a «la siniestra, injusta y aberrante idea de la justicia social» de muchos de los problemas que enfrenta Occidente. Es insólito, pero es la realidad… lo que afirmó. «Como sucedió el año pasado, la ovación fue mínima» (LN 23/1).
El impacto de las palabras en el desenlace político
¿Qué sucede con los ex peronistas en el PRO, los «radicales peluca» o los gobernadores que comenzaron en el kirchnerismo, al escuchar estas declaraciones y rendirse ante Javier, Karina o Caputo III?
La libertad se ve amenazada por el avance de «democracias iliberales» o, más específicamente, por la violación de los principios republicanos. Esta violación se manifiesta en la obstrucción del diálogo en el ámbito legislativo, un espacio que se ve comprometido cuando se abusa de los «veto» o de los DNU, una herramienta implementada por el kirchnerismo, que es una clara transgresión de la Constitución. O bien, cuando se emplean insultos públicos desde las más altas esferas para silenciar o intimidar a quienes disienten. (Podríamos preguntar: ¿quién despidió a M. Longobardi de Radio Rivadavia?)
Dificultades en la democracia occidental
La democracia está debilitada en Occidente porque sus tres pilares no se encuentran en un estado saludable.
Las ideologías políticas en ascenso se están apoyando en un discurso que desafía estos tres pilares: ataca a la igualdad como objetivo, rechaza la fraternidad como forma de entendimiento y socava la libertad garantizada por mecanismos de control del «poder».
Prevalencia de ideas autoritarias
Surgen ideas autoritarias, que buscan la concentración del poder y crean enemigos. En este aspecto, somos los responsables de la desmesura.
El discurso de Milei en el foro internacional
El discurso de Javier Milei en Davos, claramente inspirado por Agustín Laje, se dirigió a los extremos, tanto en tono como en contenido.
Los empresarios presentes en la sala, que no se encontraba llena, donde Javier expuso (LN 23/1), junto a aquellos que estaban en Davos pero no fueron a escucharlo, totalizan riquezas que, acumuladas, ni se acercan al capital de los tres gigantes de la era tecnológica: Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos. Aquellos que escucharon a Donald Trump en Washington. Ellos serían los líderes de lo que Y. Varufakis denominó «Tecnofeudalismo».
Transformaciones significativas en la política global
Presenciaron un cambio importante, trascendental para Occidente y, por lo tanto, para el resto del planeta: la reelección de Trump, con mayorías en ambas cámaras y una Corte con miembros afines.
Donald Trump lanzó una avalancha de promesas de cambio hacia un nuevo horizonte que, como hemos mencionado, solo podemos señalar con el dedo.
Sin embargo, esta limitación de no nombrar las cosas ya fue superada por J. Benitez y J. L. Piñeiro (El Mundo, Madrid), quienes han denominado a este nuevo mundo como «Trumpoceno», señalando un cambio geológico en el Planeta.
La mayor potencia mundial puede generar transformaciones significativas. Algo diferente, un cambio de era.
Desafíos ambientales y decisiones económicas de Trump
Pensemos en el retiro del gobierno estadounidense de acuerdos internacionales destinados a frenar el uso de energías fósiles, que se idearon con el fin de combatir el deterioro ambiental. En contraposición, Trump afirmó: «drill baby drill» (perforar nene, perforar) y, en su discurso, subrayó su falta de promoción de la movilidad eléctrica, defendiendo la industria automotriz tradicional y a sus trabajadores.
Declaró: «Haremos de Estados Unidos una nación rica de nuevo gracias al ‘oro líquido’ que tenemos debajo de nuestros pies».
A su lado, Elon Musk, quien también produce vehículos eléctricos en China, planea la conquista de Marte para que algunos (¿todos?) puedan escapar de una tierra desgastada que, para los negadores del cambio climático liderados por Trump, no vale la pena intentar revitalizar.
Reflexiones sobre el destino del planeta
Carlos Gamerro, en una charla con J. Fontevechia, expresa que «… si el planeta Tierra se agota, los recursos están escaseando… y esta promoción del egotismo es un cambio de la metáfora de la nave tierra donde todos estamos en el mismo barco, donde o nos salvamos todos o nos hundimos, a uno donde se hunde el Titanic y hay pocos botes. Es decir, algunos se hundirán y otros se salvarán… Hablo de una novela que parece de ciencia ficción» (Perfil, 23/11/24).
K. Boulding, el notable economista que primero utilizó la metáfora de la nave en la que compartimos el viaje, junto con Francisco, el predicador que dice que «nadie se salva solo» y la obra «Laudato sí», son ecos de ideas humanistas que hoy, en ciertos sectores de la política, parecen estar en un claro retroceso.
Quizás el enfoque de Trump lo suavice en lo relacionado con la distribución del trabajo a nivel mundial, ya que prioriza a los trabajadores estadounidenses (con una perspectiva que se centra en «la Nación», viendo a las personas en lugar de a los consumidores, como es el caso de Milei, cuyo enfoque es «el mercado» como «universal»).
Conservadurismo popular vs. libertarismo
En resumen, Trump representa más un conservador popular que un libertario anarquista. Para obtener votos entre los libertarios, tuvo que indultar a Ross Ulbricht, el creador del mercado de drogas Silk Road.
La era de Trump buscará conquistar Marte, con la invaluable ayuda económica del Estado, como ha ocurrido con todos los grandes avances tecnológicos de las últimas décadas, tal como ha documentado M. Mazzucato.
Las decisiones de Trump, como líder de una potencia central en un sistema global, pueden provocar cambios estructurales profundos. No solo se detendrá la movilidad eléctrica, sino también la globalización, y especialmente, hará un alto en el consumo estadounidense de productos chinos, proponiendo un notable aumento en la oferta de petróleo y gas provenientes de EE.UU. Estas decisiones tendrán repercusiones en su país y en su periferia: estamos incluidos en esa ecuación.
Nuevos paradigmas en el acceso a mercados
Asistiremos a una ola de nuevos análisis en todo lo que tiene que ver con hidrocarburos, energías renovables, movilidad y minería. El acceso al «gran mercado» se tornará más complejo y las plantas productoras competirán por colocar posibles excedentes.
El siglo XXI fue testigo de la globalización y de los desvíos planetarios de ese extraño continente, «Chimerica», que surgió sobre la base de la desindustrialización de Occidente, especialmente de EE.UU. y, en algunos casos, de Francia.
Trump, como lo hizo en su primer mandato y su actual sucesor, J. Biden, presta atención a aquellos que requieren atención: los perdedores de la globalización y la tecnología, los que están alejados de los puertos, los que no están viajando en «la primera clase de la globalización».
Reacción y resistencia política
Resumiendo, Biden ha respondido con «políticas industriales». Trump, además, propone estrategias para defender el comercio y una «batalla cultural».
Su enfoque sobre inmigración, con riesgo de crueldad, es un cruce entre esos dos pilares; y todo esto representa una gran contradicción con el pensamiento liberal promovido por Friedman: la libre inmigración y libre mercado. Merece un comentario aparte su afirmación de que, biológicamente, hay solo dos sexos. Más insensato aún fue nuestro Censo 2022 que preguntaba a los censados qué género habían identificado al nacer: M, F u Otro. La falta de juicio del director del Censo fue inusitada.
Contradicciones y alertas en la política contemporánea
Muchas consideraciones son relevantes al analizar el paquete que es compartido por los partidos de centro, centro derecha y socialdemócratas, en torno a la globalización, el comercio libre, el neoliberalismo al estilo del Consenso de Washington y la promoción de la cultura woke, que dominan la agenda de los gobiernos y organismos internacionales.
Z. Bauman había advertido sobre este potencial divorcio cultural entre los que habitan un mundo globalizado y los que residen en las profundidades del territorio. De hecho, muchos pensadores de izquierda, marxistas, como el italiano Diego Fusaro o el turco Umut Özkirimli en su libro «Cancelados» (Paidos, 2020) y la estadounidense S. Neiman en «Izquierda (no es) woke» (Debate, 2024) argumentan que el wokismo es una especie de deserción por parte de los humanistas y activistas de izquierda, del verdadero progresismo que aún lucha por la igualdad, en fraternidad y libertad, en un mundo donde la desigualdad crece y en territorios, como el nuestro, donde la pobreza revela la verdadera decadencia.
Advertencias sobre el futuro del occidente
M. Wolf (FT) nos advierte que Trump «parece más probable que cause daños sustanciales a la alianza occidental, al comercio mundial y al medio ambiente global».
En brazos de Milei, podríamos «morir de amor», buscando romper el Mercosur, en pro de un acuerdo de libre comercio con EE.UU. Milei considera que los aranceles son cuestiones de geopolítica. ¿Entenderá Trump esta perspectiva, al mirar al Norte, Canadá y Groenlandia? ¿Aplaudirá el «Trumpoceno»? ¿Lo habrá comprendido?