Martes a la tarde, Washington de cielo limpio y cámaras atentas. En la puerta de la Casa Blanca, Donald Trump y Javier Milei se saludaron con un pulgar en alto antes de entrar a un almuerzo de comitivas que, más que protocolo, fue mensaje. El escenario no cambió el libreto: el presidente de EE.UU. ató su respaldo a la Argentina a un resultado electoral concreto y dejó una advertencia para el sur del mapa, donde China asoma como actor incómodo.
- Trump condicionó la “generosidad” de EE.UU. hacia la Argentina al desenlace de la próxima elección.
- El mandatario norteamericano marcó su rechazo a cualquier acuerdo con Fuerzas Armadas chinas para instalaciones en el sur.
- Milei agradeció el apoyo “al mundo libre” y destacó la ayuda del secretario Scott Bessent en cuestiones de liquidez.
- No hubo bilateral formal: fue un almuerzo de trabajo entre comitivas tras la firma del libro de honor.
- En agenda: un homenaje en Washington y regreso previsto a Buenos Aires esta misma noche.
Washington como escenario de campaña
Con la elección argentina en el horizonte cercano, Trump eligió un registro poco usual en diplomacia: explicitó que el trato de Washington con Buenos Aires dependerá de quién gane. Dijo, en esencia, que la victoria importa y que no sería “generoso” con la Argentina si el oficialismo no retiene el poder. En su mirada, una eventual alternativa “de izquierda” sería responsable del derrumbe que hoy intenta revertirse. Lo dijo sin rodeos, en la mesa, y quedó flotando como una condición política en idioma financiero.
El mensaje apunta en dos direcciones. Hacia afuera, para inversores que leen señales y arman posiciones. Hacia adentro, para una audiencia local que percibe que el termómetro del respaldo internacional se mueve con la política doméstica. No es la primera vez que Washington pesa sobre agendas sudamericanas, pero la franqueza con que se verbalizó el condicionamiento obliga a tomar nota: la economía argentina, necesitada de aire, también respira al compás de estas definiciones.
El almuerzo y los gestos
Milei llegó a las 14.39 (hora argentina), firmó el libro de honor y pasó al salón. No hubo reunión bilateral con protocolo de sillones y banderas; sí un almuerzo de trabajo donde la foto del apretón de manos valió titular. El Presidente argentino devolvió gentilezas: agradeció a su par el respaldo “al mundo libre” frente a lo que define como la amenaza del “socialismo del siglo XXI”.
En esa línea, destacó la labor del secretario Scott Bessent para descomprimir “un problema de liquidez” que, según su diagnóstico, había sido fogoneado por ataques políticos internos. El oficialismo busca mostrar que todavía hay margen para asistencia y crédito si se sostienen ciertas reformas. La escena en Washington fue una pieza más de ese rompecabezas.
China, la sombra en el sur
Trump también dejó un tiro por elevación hacia Pekín. Manifestó que vería con malos ojos cualquier entendimiento con las Fuerzas Armadas chinas para montar bases en el sur del país. La mención no es inocente: en la Patagonia funciona desde 2017 la estación espacial china en Neuquén, cuya presencia viene generando debates sobre su uso y supervisión. En la Casa Blanca, la línea quedó clara: el vínculo con EE.UU. se robustece si Buenos Aires toma distancia de instalaciones militares o cuasi militares de potencias rivales.
Para la Argentina, que hace equilibrio entre mercados y proveedores, el tironeo global se vuelve doméstico. En los márgenes del Atlántico Sur—desde puertos hasta espectro satelital—cada acuerdo suma fichas en una disputa que no siempre se discute con números sobre la mesa, pero que impacta en inversiones, defensa y energía.
Agenda corta y regreso
Tras el almuerzo, estaba prevista la participación de Milei en una ceremonia de homenaje en Washington, antes de emprender el regreso a Buenos Aires a las 22, según la agenda oficial. Un viaje relámpago para una señal nítida: la foto existió, pero pesa más la frase que la acompaña. De ahora en más, el apoyo prometido por la Casa Blanca llega con letra chica. Y esa letra, como suele ocurrir, se escribe también en castellano porteño, con el ruido y la urgencia de la política argentina al borde de otra definición.
