A mediodía, cuando la campaña suele bajar un cambio para preparar la tarde, una pregunta mínima sacudió X: “¿Me pelo o no me pelo?”. El que habló fue Diego Santilli, candidato a diputado nacional por La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Lo que podría haber quedado en chiste se volvió campo de pruebas para un recurso que en la política argentina funciona como volante corto: el meme como disciplina y la consigna como arnés. Detrás, un telón realista: la justicia no habilitó bajar a José Luis Espert de la boleta y en pasillos libertarios comenzó a rodar la consigna “Para votar al Colorado, marcá al Pelado”.
- Diego Santilli instaló en X la consulta sobre raparse, alineado con una consigna que busca ordenar el voto tras un revés judicial.
- Dirigentes de LLA, figuras cercanas al oficialismo y militantes empujaron el “pelado sí” en tono festivo y performático.
- Patricia Bullrich sumó un guiño y referentes locales, como Lucas Araujo, se subieron al clima.
- Una empresa de recuperación capilar aprovechó el ruido para ofrecer asesoramiento gratuito.
- Desde Casa Rosada, Manuel Adorni marcó la contra: pidió “cuidar la cabellera” y citó a Ringo Bonavena.
Un guiño convertido en consigna
El mensaje de Santilli no cayó al vacío. Enseguida, Agustín Romo, jefe del bloque de LLA en la Legislatura bonaerense, tomó la posta con tono de tribuna: “¡En vivo y en la Misa!”, el programa del Gordo Dan, territorial y fiel a las “Fuerzas del Cielo”. La escena tuvo ese pulso de campaña tardía: un gesto, un slogan, una puesta. Patricia Bullrich, sin solemnidad, chicaneó con complicidad: “Sé que te animás”. Y desde Quilmes, el concejal Lucas Araujo, cercano a la ministra, empujó la ola entre risas: “Se recontraviene”.
Hubo más empuje desde los bordes. El diputado Santiago Santurio pidió “¡SIN DUDAS! Sumate al gremio”, el extenista Diego Hartfield pidió “Obvio, en vivo” y la militante Pilar Ramírez apuró el trámite: “¡Colo, pelate ya y dejá de gastar energía en excusas!”. Hasta una empresa de recuperación capilar olió oportunidad y ofreció asesoramiento: política y marketing, como socios fugaces en el scroll.
La disidencia desde Casa Rosada
Con humor de sobremesa y experiencia propia, Manuel Adorni corrió el eje. El vocero presidencial llamó a “rendir culto” a lo que la genética todavía permite: si tenés pelo, cuidalo; por lo tanto, no te peles. Lo selló con una frase de Ringo Bonavena que en Argentina es casi refrán: “La experiencia es un peine que te dan cuando te quedás pelado”. En un mar de arengas, fue la voz que dijo “paren”, no por sobriedad estética sino por pragmatismo: no todo viraje comunicacional suma en la recta final.
Más que un chiste de red
Lo singular de la escena no está en la tijera, sino en el objetivo. El “pelado sí, pelado no” se transformó en un operativo para ordenar una boleta enredada por tribunales. El apodo, histórico en el folclore político, se usó como puntero de boleta y brújula emocional. No es nuevo: el conurbano aprendió hace años que una palabra pegadiza o un color en la papeleta puede definir un casillero. Lo novedoso es la centralidad de la performance: un corte de pelo como gesto de obediencia partidaria y foto de unidad.
La ironía es que, en una campaña donde la economía aprieta y los arrastres legislativos pesan, la conversación nacional se inclinó a un dilema capilar. La risa funciona; ordena, fideliza, distrae. Pero también revela una tensión de época: la política corre detrás de la agenda que marcan los algoritmos, y cuando puede, los doma. En esa pulseada, un posteo de Santilli terminó convertido en banderazo digital.
Lo que deja el episodio
Santilli todavía no decidió si apaga la máquina y pide cero milímetros. La Libertad Avanza, en cambio, ya logró lo que buscaba: instalar una consigna, empujar un riel de voto y mantener compacta la tropa. Si al final el Colorado deriva en Pelado o no, será un detalle. Lo que queda es la escena: dirigentes en fila, militancia en modo coro y un vocero que se anima a poner un freno con una cita de Ringo. Un país que discute su futuro entre inflación, bancas y reformas encontró, por un rato, en la cabellera ajena un lugar común. Para algunos, liviandad; para otros, método. Acá, como casi siempre, la campaña eligió hablar en clave simple. Y todos entendieron.
