En Washington nadie lo dice en voz alta, pero en los pasillos se respira cautela: el salvataje de US$ 40.000 millones que la administración de Donald Trump activó para apuntalar a la Argentina de Javier Milei no enamora a los grandes medios financieros ni a los bancos que deberían mover las fichas. Desde Londres hasta Nueva York, las editoriales leen el paquete más como un gesto político que como una solución económica. Y cuando la política se sienta al volante del dólar, las curvas se vuelven traicioneras.
- El plan suma hasta US$ 40.000 millones entre un swap por US$ 20.000 millones, compras de pesos y otro préstamo por US$ 20.000 millones.
- El peso siguió cayendo tras los anuncios y tocó la zona de 1.476 por dólar, según señalaron medios internacionales.
- Bloomberg cuestionó el anclaje cambiario y advirtió que la ayuda, atada al resultado electoral, puede volverse en contra.
- Financial Times consideró el esquema un mal uso de fondos: intercambiar dólares por pesos volátiles no luce sensato.
- Washington Post planteó que el plan contradice el “America First” y carece de un interés estratégico claro para EE.UU.
- Wall Street Journal reveló que bancos como JPMorgan, Goldman, BofA y Citi exigen garantías; sin colateral, no hay trato, y el FMI mira de reojo.
Un auxilio con calendario electoral
Hay un punto de contacto en todas las miradas: la asistencia luce condicionada al humor de las urnas en la Argentina. Bloomberg lo puso en términos crudos: si el éxito del paquete depende de que el oficialismo gane aire en las elecciones, la dinámica se enrarece. La experiencia local enseña que cuando el tipo de cambio siente el aliento de la política, la dolarización de carteras acelera antes que después. Ese riesgo, señalan, ya se vio en la reacción del peso, que siguió cediendo pese al operativo de apoyo.
El nudo del peso: ancla floja en mar picado
En su editorial, Bloomberg reconoció los avances del gobierno de Milei en disciplina fiscal y en frenar la inflación, pero subrayó que el problema estructural del peso quedó sin resolver. El intento de anclarlo al dólar, lejos de estabilizar, habría abierto un desbalance delicado. La comparación con México en 1995 apareció como un espejo útil pero engañoso: aquel rescate tenía más lógica económica; este, advierte el medio, transpira motivación política. La advertencia final es conocida para cualquier argentino: cuando el equilibrio es precario, la cuenta la paga el que trae los dólares.
FT: dólares por pesos, un canje que no convence
Financial Times fue igual de directo y calculó el corazón del esquema: US$ 20.000 millones en swap, compras de pesos en el mercado y otro crédito por US$ 20.000 millones. Para el diario británico, el canje es desventajoso: entregar moneda dura a cambio de un activo local que sigue perdiendo valor es mal negocio, más si el objetivo —frenar la devaluación— no aparece a la vista. El título de su editorial no dejó dudas: la jugada argentina de Trump beneficia a casi nadie, y menos a quien presta.
‘America First’ en reversa
Desde el plano político, The Washington Post puso el foco en la contradicción con el credo trumpista. Si la brújula de “America First” ordena priorizar los intereses estratégicos de EE.UU., cuesta ver —plantea el artículo firmado por Ishaan Tharoor— qué ventaja concreta obtiene Washington al financiar una apuesta tan volátil. Lo que asoma, dice, es una mezcla de oportunismo de corto plazo e inconsistencias en la política exterior.
La condición bancaria: sin garantías no hay giro
El frente más áspero, sin embargo, está en los bancos. The Wall Street Journal contó que JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Bank of America y Citi piden garantías tangibles: activos argentinos o, en su defecto, respaldo del propio Tesoro de EE.UU. Sin colateral, el tramo de US$ 20.000 millones no sale. El diario sumó otro ruido: el FMI observa con preocupación que el diseño priorice repagos a Washington por encima de los compromisos con el organismo, un orden de prelación que, de confirmarse, encendería más de una luz amarilla.
El espejo que devuelve el mundo
Más que un veredicto sobre la Argentina, las editoriales funcionan como un espejo incómodo: afuera perciben una economía con algunos números fiscales mejorando, inflación aflojando, pero sin un andamiaje cambiario confiable. En ese terreno inestable, la ayuda externa no estabiliza por sí misma; al contrario, puede exacerbar la expectativa de salida si se lee como un parche electoral. El recuerdo regional del “Tequila” pesa, pero nuestras condiciones son otras: dollar shortage, mercado chico y cada salto del dólar que se traslada a góndola rápido, como saben los que hacen cuentas en la carnicería y en la farmacia.
Buenos Aires, entre el alivio y el corsé
Para el oficialismo, el salvataje ofrecía oxígeno. Para los mercados, sin ancla creíble, es apenas un pulmón extra en una carrera de montaña. La prensa internacional lo leyó así: sin resolver la cuestión del peso, cualquier asistencia corre el riesgo de financiar la inestabilidad. Y si además se condiciona a la política, el corsé se ajusta. En el medio, la vida de siempre: salarios que llegan justos, precios que miran al dólar de reojo, y una clase media que hace microcirugía con los gastos mientras en Nueva York discuten qué garantía aceptar.
La conclusión es menos épica que aritmética: la confianza no se importa y el crédito, cuando llega, cobra peaje. Wall Street pide respaldo, el FMI reclama orden y los editoriales recuerdan que los dólares públicos no son para tirar al río. Si el plan no estabiliza el tipo de cambio ni despeja el ruido electoral, será un favor caro para quien lo otorga y un alivio breve para quien lo recibe. Y en este lado del mapa, ya aprendimos que los alivios breves suelen durar menos que una tarde ventosa en la ribera.
