En Mar del Plata, con el oleaje de fondo y los ejecutivos de siempre reunidos en el 61° Coloquio de IDEA, el vocero presidencial Manuel Adorni eligió una frase que se anota fácil en la libreta de campaña: “que la micro acompañe a la macro”. El Gobierno, dijo, enviará el viernes al Congreso un paquete de reformas económicas y laborales para que los números que ordenó arriba se sientan abajo, en la vidriera, en la línea de producción y en el recibo de sueldo.
Puntos clave
- El Gobierno enviará el viernes un paquete de reformas económicas y laborales al Congreso.
- El objetivo declarado: alinear la “micro” con la “macro” y darle dinamismo al empleo.
- Se habilitarían contratos laborales en la moneda que acuerden las partes, incluso 100% en dólares.
- La administración plantea modernizar un marco laboral que considera “vetusto”.
- Se invocó el respaldo del Tesoro estadounidense y de Donald Trump para asegurar el programa monetario.
- Tras las elecciones del 26 de octubre, el oficialismo espera un Congreso más proclive a acompañar cambios.
Del escenario al recinto
El anuncio llegó con tono de promesa concreta: el viernes, ingreso parlamentario. No hubo listado fino de artículos ni capítulos —esa letra todavía se escribe—, pero sí una dirección trazada. La primera mitad del mandato, repiten en la Casa Rosada, se usó para ordenar el frente fiscal, monetario y cambiario; la segunda buscará despejar lo que en el Gobierno ven como trabas de base: cómo se contrata, cuánto cuesta contratar, qué riesgo asume quien quiere invertir.
En la Argentina, cuando la macro se estabiliza, el barrio pregunta cuándo le toca. El oficialismo intenta responder con reformas que bajen a la planta y al comercio de la esquina. Ahí apoya su relato: que los incentivos cambien y el empleo aparezca.
Contratos en cualquier moneda
El punto más audible fue el de los contratos laborales: habilitar que empleador y trabajador pacten la moneda que prefieran, sin topes, incluso con salarios 100% en dólares si así lo deciden. La idea, dijo Adorni, es dar “mayores libertades” para que la realidad de cada sector mande y no un corsé normativo pensado para otro tiempo.
En la práctica, eso significa llevar a ley una práctica que viene asomando en algunos rubros exportadores y de servicios, pero que hoy convive con límites y ambigüedades. Para pymes y startups podría ser una herramienta de retención; para la contabilidad local, un desafío adicional. El Gobierno apuesta a que la flexibilidad resuelva más de lo que complica.
Trabajo y dinamismo
La otra pata es el régimen laboral. “El marco vigente es un lastre”, soltó el vocero, como quien anota el diagnóstico antes de abrir la caja de herramientas. La meta: que contratar deje de ser un salto al vacío y que despedir no sea una condena financiera. La discusión no es nueva y suele traer ecos sindicales y empresariales de larga data; el oficialismo juega a favor del clima de “modernización” que, cree, hoy tiene aire.
El respaldo externo, en clave local
En el arranque de su exposición, Adorni habló de “un hecho sin precedentes”: el apoyo financiero del Tesoro de Estados Unidos, que —según interpretó— expresa el aval de la administración de Donald Trump y “asegura el programa monetario más allá de toda duda”. Hipérboles aparte, el mensaje buscó blindar la narrativa de estabilidad: la macro está sostenida, ahora hay que mover la micro.
El reloj del 26-O
Las reformas, admiten, necesitan votos. Por eso la segunda línea del anuncio fue electoral: después del 26 de octubre, el Gobierno confía en un Congreso “más reformista”. No es casual que la hoja de ruta cierre en el recinto: sin mayorías claras, cada artículo se vuelve negociación y cada negociación, un test de poder.
Si el viernes entra el paquete, lo que sigue será el desfile por comisiones, dictámenes y un tablero que contará, una vez más, si la promesa de que la micro alcance a la macro puede pasar del slogan a la ley. En Mar del Plata, el mar siguió su ritmo; en el Congreso, el compás lo marcarán los votos.
