Once días antes de que el país vuelva a votar, el estadio de Obras —ese templo porteño más habituado a guitarras que a consignas— fue el escenario elegido por la liga de gobernadores que empuja Provincias Unidas para plantarse, esta vez, en la Capital. Entre pancartas medidas y frases con filo, el espacio buscó mostrar músculo de gestión provincial como carta de presentación nacional, mientras deja ver sus costuras en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. El mensaje que bajó al parquet fue doble: criticar el rumbo del Gobierno en su gira por Estados Unidos y prometer que de este armado saldrá el próximo inquilino de la Casa Rosada.
Puntos clave
- Provincias Unidas cerró campaña en CABA con gobernadores y cabezas de lista, a 11 días de las elecciones nacionales.
- Objetivo declarado: alcanzar entre 12% y 15% a nivel nacional y consolidar victorias donde ya gobiernan.
- Encuestas recientes les asignan entre 6% y 7,6% de intención de voto y un tercer lugar en la carrera.
- En CABA, dan por encaminado el ingreso de Martín Lousteau al Congreso; su segunda, Piera Fernández, está en disputa.
- Tensión por una foto de Ignacio Torres con Ricardo López Murphy; el espacio la atribuye a una decisión personal del chubutense.
- Desde Chubut advierten una elección cuesta arriba para fuerzas provinciales, con el desafío de romper la polarización.
Un armado que se piensa desde las provincias
La apuesta de Provincias Unidas viene de lejos: gobernar bien en casa para ganar lugar en la mesa grande. En el búnker de Obras repitieron el plan de vuelo: arañar entre 12% y 15% de los votos en todo el país y defender con uñas y dientes los distritos propios. El problema, admiten, es el cuello de botella del Área Metropolitana. “En la provincia y en la Ciudad el panorama sigue abierto”, deslizan en voz baja.
Los números del termómetro son modestos pero no desalentadores para un tercero en discordia: Management & Fit los mide en 7,6% y Trespuntozero, junto a La Sastrería, en 6%. Ambas fotos los ubican en el tercer escalón, un lugar que puede valer oro si la elección se define punto a punto o si el Congreso próximo arranca sin mayorías claras.
La pelea porteña: Lousteau se afirma y una foto que incomodó
En Ciudad, el cálculo fino manda. Un dirigente del espacio se animó a trazar el mapa de bancas: con el arrastre actual, Martín Lousteau tendría pasaje al Congreso; la segunda en su lista, Piera Fernández, baila en la cornisa. Esa fragilidad explica por qué cualquier guiño cruza miradas. La imagen de Ignacio “Nacho” Torres, gobernador de Chubut, junto a Ricardo López Murphy —candidato de Potencia en CABA— encendió alarmas. En Provincias Unidas apuraron una aclaración: “Fue una foto personal del gobernador”.
El episodio no fue menor: la liga impulsa en Capital el armado de Ciudadanos Unidos, mientras López Murphy compite por otra vereda. El economista, además, amplificó el gesto con un tuit de agradecimiento a Torres y una arenga contra la falsa disyuntiva entre “lo malo y lo peor”. La política porteña, ya se sabe, tiene su propia gravitación.
Gobernadores en modo nacional
Sobre el escenario, la foto de familia fue amplia. Juan Schiaretti, exgobernador y candidato, ofició de anfitrión político. Lo rodearon Maximiliano Pullaro (Santa Fe), Martín Llaryora (Córdoba), Ignacio Torres (Chubut), Carlos Sadir (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes). En primera línea, los nombres para octubre: Florencio Randazzo en la provincia de Buenos Aires, Martín Lousteau en la Ciudad y Graciela Ocaña para el Senado porteño.
El menú de definiciones dejó una línea clara. Pullaro insistió en que el país no debe volver a experiencias encerradas en el pasado y que la frustración con la gestión actual abre una puerta que no conviene. Volvió a marcar la ambición máxima: no presentar “un” candidato, sino al próximo presidente. Schiaretti, por su parte, apuntó a las retenciones como el tributo más pesado para el interior productivo y leyó la foto del Gobierno en Estados Unidos como el reflejo de un rumbo económico que no cuaja.
Valdés pidió dejar de pensar en dólares prestados y enfocarse en producir más puertas adentro. Torres empujó la idea de competitividad con valor agregado —“no alcanza con el tipo de cambio; hay que hacer mejor las cosas”— y remarcó que la prioridad oficial no puede ser quedar bien afuera mientras los problemas se apilan adentro. Llaryora, con pragmatismo cordobés, habló de equilibrio: tanto mercado como se pueda, tanto Estado como haga falta, y cuentas ordenadas “con la gente adentro”. Randazzo hilvanó el credo del espacio en una palabra: gestión. Y Lousteau sumó una síntesis ejecutiva: ni agrandar el Estado ni dinamitarlo; administrarlo bien.
El talón de Aquiles: AMBA y la nacionalización
La discusión no es sólo de encuestas. El salto de lo provincial a lo nacional implica tensiones propias. A las fricciones por la “nacionalización” del espacio se sumó la secuencia de la foto en CABA. Nada de eso impide que los gobernadores ordenen sus tableros, pero muestra la geometría variable de las alianzas en la gran ciudad.
Desde Chubut, donde el peronismo compite unido y el oficialismo nacional empuja su boleta, el diagnóstico es crudo: “Es una elección muy difícil para las fuerzas provinciales”. La meta inmediata, dicen, es romper la polarización. Si lo logran, el voto será leído como un respaldo directo a la gestión de Torres. Y no es un dato menor: en esta contienda, se eligen cargos 100% nacionales, sin paracaídas locales.
Lo que queda por delante
En el sprint final, Provincias Unidas afina una idea que repiten como mantra: convertir gestión en votos y votos en una fuerza legislativa capaz de negociar sin tutelas. Si el 12%–15% que declaran como objetivo se materializa, habrá un tercer actor con volumen propio en el Congreso. Si no, el AMBA seguirá siendo su piedra en el zapato. La noche de Obras dejó, al menos, una certeza: las provincias no piensan mirar la elección por TV.
