Parque Leloir amaneció con un sonido nuevo, el golpe seco de una pelota plástica atravesando el aire entre árboles altos. En Ituzaingó, el Club Del Bosque encendió su propia novedad: inauguró canchas de pickleball en su predio de Julián Balbín 4280, y no es un gesto menor. La institución, de larga tradición en tenis y pádel, suma una disciplina que crece en todo el mundo y empieza a ganar lugar en el Oeste. “El sueño se hizo realidad”, celebraron desde sus redes, invitando a vecinas y vecinos a probar la experiencia.
- El Club Del Bosque inauguró canchas de pickleball en Parque Leloir (Julián Balbín 4280).
- El deporte mezcla elementos del tenis, el bádminton y el ping-pong; nació en 1965 en Estados Unidos.
- La cancha es más chica que la de tenis: 6,10 m x 13,41 m, con red baja y paleta rígida.
- Reglas clave: saque por debajo de la cintura, doble pique inicial y “cocina” sin volea.
- El club anticipó torneos y eventos para impulsar la comunidad deportiva local.
Un estreno con acento barrial
En el borde verde de Ituzaingó, donde Parque Leloir todavía huele a eucalipto después de la lluvia, el anuncio movió la curiosidad. En sus cuentas oficiales, el Club Del Bosque publicó videos y fotos de las nuevas superficies y dejó una invitación directa: “Las canchas ya están listas para que vengan a jugar y divertirse. Parque Leloir se merecía tenerlas”. No hubo estridencias, sí la promesa de sumar un espacio distinto para el encuentro, esa mezcla de deporte y charla al costado de la red que hace a cualquier club de barrio.
Qué es el pickleball y por qué todos hablan de esto
El pickleball combina lo conocido para dar algo nuevo. Toma del tenis la cancha dividida y la lógica del punto; del bádminton, ciertas dimensiones; del ping-pong, la paleta plana. Lo inventaron en 1965, en Estados Unidos, Joel Pritchard, Bill Bell y Barney McCallum, buscando un juego familiar para el verano. Pasaron décadas sin ruido hasta que, empujado por la pandemia, el deporte se volvió una ola: se expandió fuerte en Norteamérica, cruzó a Europa y ya asoma en Latinoamérica, con clubes que lo incorporan a su grilla como una opción accesible y social.
Cómo se juega: medidas, equipos y reglas básicas
La cancha mide 6,10 metros por 13,41, bastante más compacta que la de tenis. La red es baja y el golpe se da con una pala rígida, plana, más grande que una de ping-pong. La pelota, de plástico con agujeros, viaja rápida y liviana, pide reflejos y precisión. La meta es simple: pasarla por encima de la red y que del otro lado no la devuelvan.
Hay reglas que definen su identidad. El saque siempre va por debajo de la cintura. Al recibir, la pelota debe picar una vez, y también debe rebotar tras el primer golpe del que saca: doble pique, y recién después se puede jugar más libre. La franja más cercana a la red es la famosa “cocina” o zona de no volea: ahí no se vale volear. Ese detalle, que parece menor, equilibra fuerzas y suma estrategia.
Un juego que invita a todos
La llave del fenómeno está en su curva de aprendizaje corta: agarrás la pala, entendés dos o tres movimientos, y ya podés jugar un partido digno. No exige un estado físico feroz ni técnica de años, y por eso entra bien en todas las edades. Para principiantes, es una puerta amable; para quienes ya vienen del tenis o el pádel, un desafío distinto que mezcla control y lectura del espacio. En el plano social, funciona: partidos cortos, mucha rotación, charla al costado de la cancha. La clase de deporte que activa un club entre semana y le da energía al fin de semana.
Lo que viene en Del Bosque
Desde la institución adelantaron que habrá torneos y eventos específicos para impulsar la disciplina y fortalecer la comunidad deportiva del barrio. Será, dicen, un calendario propio para que el pickleball no sea sólo la novedad del mes, sino parte estable de la vida del club. En Parque Leloir, donde las tardes se alargan entre sombras altas, esa pelota perforada ya encontró su lugar. Y la invitación está hecha: acercarte, probar, y ver cómo suena.
