En una ciudad que hace años discute si avanzar por arriba o por abajo, el Gobierno porteño volvió a mirar el subsuelo. Lanzó la licitación, abierta a firmas nacionales e internacionales, para poner en marcha la Línea F del subte: un corredor norte–sur que promete encender estaciones desde Barracas hasta Palermo y enlazar buena parte de la red sin pedir permiso al tránsito de superficie.
- Licitación nacional e internacional para la Línea F; el inicio de obra está previsto para 2026.
- US$ 1.350 millones de inversión y 9,8 km de traza entre Barracas y Palermo.
- 12 estaciones nuevas y conexión con las seis líneas de subte, el Roca (Constitución) y el San Martín (Palermo).
- Proyección oficial: más de 300.000 pasajeros por día y sistemas de señales de última generación.
- Compras en curso: 214 coches nuevos para renovar las líneas A, B y C por unos US$ 370 millones.
Qué se va a construir
El pliego prevé 12 paradas que cosen barrios y épocas: Brandsen y Constitución en el sur industrial; Cochabamba y Chile abriendo camino hacia el centro; Congreso y Corrientes como bisagras de la ciudad formal; Santa Fe/Pizzurno, Recoleta y Pueyrredón/Hospital Rivadavia en territorio de clínicas y universidades; Parque Las Heras/Coronel Díaz, Plaza Italia/Ecoparque y Pacífico donde Palermo cruza con el Ferrocarril San Martín. Así, la nueva línea se vinculará con las seis existentes y sumará transbordos con los trenes metropolitanos.
Un eje que reordena el mapa
La traza de 9,8 kilómetros busca algo que Buenos Aires viene postergando: fortalecer el cruce norte–sur sin sobrecargar el centro. El empalme con el Roca en Constitución y con el San Martín en el área de Pacífico arma una columna vertebral que promete aflojar la presión sobre la Línea C, hoy exigida al límite en hora pico. Si el calendario se cumple, las tuneleras deberían empezar a trabajar en 2026, luego de un proceso licitatorio para el que, según informan en la Ciudad, ya hay varios interesados.
La apuesta y sus números
La obra se anuncia con una billetera de US$ 1.350 millones. No es un zarpazo aislado: el Ejecutivo porteño viene empujando un recambio de flota que incluye la compra de 214 coches para las líneas A, B y C, por unos US$ 370 millones. La combinación de túnel nuevo y material rodante debería ordenar mejor la oferta y, con suerte, el humor de quienes viajan apretados.
Promesas oficiales y expectativas
En Uspallata hablan de un salto de calidad comparable a otras transformaciones recientes. Desde la Jefatura aseguran que la F será el eslabón que faltaba para conectar barrios que hoy se miden en colectivos y paciencia. En la cartera de Movilidad e Infraestructura ponen el acento en el legado: un proyecto que, si llega a destino, deja una ciudad más segura en trasbordos y menos fragmentada por la geografía del ingreso.
Tecnología y demanda prevista
La F nacería con señales modernas, trenes 0 km con aire acondicionado y protocolos de seguridad más estrictos. La demanda esperada supera los 300.000 pasajeros diarios, un caudal que obliga a pensar no sólo en estaciones cómodas, sino también en accesos, veredas y boleterías capaces de absorber la marea sin naufragar.
El anuncio encuentra a Buenos Aires en un punto conocido: planos que reavivan viejas líneas dibujadas en los planes maestros y la pregunta de siempre, ¿cuándo? La diferencia la harán los plazos y el ritmo de obra. Si la excavación avanza y los empalmes con Roca y San Martín se resuelven sin atajos, la F puede torcer la rutina de miles que cruzan la 9 de Julio todos los días. El sur, que suele esperar más, toma nota. Y el norte, acostumbrado a llegar primero, tendrá esta vez una cita bajo tierra que lo obliga a compartir andén.
