Miércoles temprano, pasillos apurados en Balcarce 50 y teléfonos que no descansan: Gerardo Werthein dejó su renuncia sobre la mesa del Presidente. Fue horas después de que Javier Milei adelantara que, tras las legislativas del 26 de octubre, habrá reacomodamiento general del Gabinete. En la Cancillería, que siempre vibra con la política pero sufre las internas más que nadie, el movimiento se leyó como algo más que un cambio de nombres: es un giro de tablero en la conducción de la política exterior en pleno tramo final de campaña.
- Gerardo Werthein presentó su renuncia al Presidente, confirmaron altas fuentes del Ejecutivo.
- La salida llega tras tensiones por la reunión Milei–Trump y el ruido que generó un mensaje sobre apoyo financiero condicionado a las elecciones.
- El Gobierno prepara cambios de “segunda generación” en el Gabinete: también quedaría afuera el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.
- En la Casa Rosada señalan a Nahuel Sotelo, secretario de Culto y cercano a Santiago Caputo, como candidato para Cancillería.
- La renuncia ocurre mientras Jamie Dimon visita Buenos Aires y se negocia el paquete financiero de US$ 40.000 millones con impulso desde Washington.
Un canciller en el fuego cruzado
La chispa encendida en Washington terminó de prender acá. Tras el encuentro entre Milei y Donald Trump, el expresidente estadounidense dejó trascender que cualquier apoyo desde Washington a la Argentina dependería del resultado de las urnas. El mensaje, ambiguo y políticamente costoso, desató reproches internos. Operadores digitales cercanos a Santiago Caputo apuntaron a Werthein. En el oficialismo lo leyeron así: la visita, diseñada para mostrar sintonía y respaldo, se salió del libreto y dejó un flanco abierto justo cuando el Gobierno necesitaba orden.
En el Palacio San Martín admiten, en voz baja, que el episodio aceleró decisiones ya conversadas. No fue la única razón, pero sí la confirmación de que la Cancillería venía escribiendo con tinta propia una agenda que la “Oficina del Presidente” prefería encuadrar. En campaña, cualquier gesto afuera es, antes que nada, un mensaje hacia adentro.
La recalibración que viene
Tal como había adelantado Clarín, Milei se prepara para ejecutar cambios de “segunda generación” en el Gabinete, con la salida de Werthein y de Mariano Cúneo Libarona de Justicia. En la Casa Rosada dejan correr un nombre para Cancillería: Nahuel Sotelo, secretario de Culto y parte del riñón político que orbita cerca de Caputo. Sería, más que un enroque, una señal: la política exterior alineada sin matices con el núcleo duro del oficialismo y con el dispositivo comunicacional que ordena la estrategia del Gobierno.
En términos prácticos, se busca reducir los cortocircuitos que, en estos meses, se vieron entre el Palacio San Martín y el propio Milei. No es un conflicto inédito: cada administración redefine cuánto margen se le da a la diplomacia profesional. Esta vez el péndulo vuelve a Balcarce 50.
Un ciclo corto, con agenda intensa
Werthein asumió en diciembre de 2023 con una hoja de ruta clara: reconstruir vínculos con Washington, profundizar la relación con Israel y reposicionar a la Argentina en la región. En ese camino quedaron las negociaciones por el swap con Estados Unidos, un vínculo activo con Jerusalén y gestos en América Latina que buscaron correrse de la rutina de comunicados para instalar una impronta más ejecutiva. Fue un tramo veloz, a veces áspero, en el que la Cancillería volvió a estar en el centro de la conversación pública, algo que no suele traer paz interna.
Mercados, señales y campaña
El momento de la renuncia no es neutro: Buenos Aires recibe al CEO de JP Morgan, Jamie Dimon, y en paralelo se discuten los bordes del paquete financiero de 40.000 millones de dólares promovido desde Washington. En los mercados, los cambios en Cancillería tienen menos que ver con nombres y más con previsibilidad: quién decide, cómo se negocia y de qué manera se sostienen los compromisos. La política, ya se sabe, también se lee en la pantalla de Bloomberg.
El Gobierno aterriza en la última semana de campaña con más movimiento que certezas. La salida de Werthein muestra que, en esta etapa, la diplomacia es pieza del dispositivo electoral tanto como un área de gestión. Cuando la política exterior se juega en clave doméstica, lo que se decide en un despacho en Buenos Aires reverbera, para bien o para mal, en los oídos de afuera. Y en estos días, cada eco cotiza.
