El río Negro amanece frío y parejo a la altura del kilómetro 20 de la provincial 1, donde una casa con portón abierto, cuatro perros y un Buda de yeso fue, hasta ayer, el refugio de un hombre que incomoda a medio mapa político. Federico “Fred” Machado —acusado por la justicia estadounidense de lavado de activos vinculados al narcotráfico y fraude— escuchó ahí, entre mates lavados y celulares vibrando, que su extradición ya no era una hipótesis. Era cuestión de minutos. A su alrededor, el poder local afinaba silencios.
Puntos clave
- La Corte Suprema habilitó la extradición de Federico “Fred” Machado a los Estados Unidos.
- Machado, vendedor de aviones y financista político, es investigado por lavado y estafa; él niega el vínculo con droga y sostiene que “es una cuestión de plata”.
- Su entramado toca a nombres de peso: Espert, Weretilneck, Mastropietro, el grupo Bada Vázquez, y derivaciones hacia aportes de campaña a Bullrich, todo bajo investigación.
- La pata rionegrina incluye al operador Claudio Cicarelli, permisos de arenas silíceas y un societario con un funcionario nacional; el gobierno provincial quedó a la defensiva.
- Machado afirma que mandó un mensaje a Santiago Caputo y que el Ejecutivo “acusó recibo”; no hay confirmación oficial.
- Fue detenido en su casa de Viedma. No intentó fugarse: quizá no quiso, quizá esperaba un acuerdo que no llegó.
Un río que devuelve nombres
La escena no es suntuosa: pileta chica, fachada prolija, y ese cartel de “Mi Lugar en el Mundo” descolorido por el viento patagónico. Ahí, en esa casa a la vera del río que separa y une la Comarca Viedma-Patagones, se consumió una espera que duró cuatro años y medio. La tobillera electrónica fallaba más que un faro viejo, pero nadie corría. En Viedma se sabía dónde estaba Machado. En Viedma también se sabía de quiénes no conviene hablar demasiado.
La caída de su último andamio fue rápida: la habilitación de la Corte a su extradición. El hombre que vendió más de cincuenta aviones en Argentina y pasó por oficinas de gobernadores y despachos empresariales quedó, de golpe, sin red. Los que comieron, volaron o hicieron campaña con su dinero, según su versión, eligieron ver de lejos.
El negocio en el aire
En el tráfico de favores y asientos, Machado fue un nombre propio. Entre los compradores de sus aeronaves figuran el grupo Neuss, el grupo Frávega, Ricardo Fort y empresarios del rubro, con una pieza clave: Sergio Mastropietro. En 2010, ambos armaron SO VAIN S.A., dedicada al alquiler y servicios de aviones. Mastropietro pasó por roles ejecutivos en firmas del sector, incluida AVIAN Líneas Aéreas, continuadora de MacAir Jet, el histórico brazo aéreo del grupo SOCMA. Según investigadores, ese puente le abrió a Machado puertas y hangares.
Con el gobierno de Mauricio Macri y Patricia Bullrich en Seguridad, Machado empezó a aparecer más seguido por Buenos Aires a partir de 2016. Su agenda incluía reuniones con gobernadores: Uñac (San Juan), Urtubey (Salta), Manzur (Tucumán), Colombi (Corrientes) y Weretilneck (Río Negro). La foto de esas giras —siempre prolija, siempre de traje— servía para legitimar negocios que todavía hoy se cruzan en expedientes y balances.
La línea que va de la leche al hangar
El apellido Bada Vázquez funciona en este tablero como pieza bisagra. El vínculo con Lácteos Vidal y con Transportes El Nacional aparece en transferencias y sociedades, donde gravita también Cecilia Roncero. Ese cruce se vuelve más pesado cuando entra a escena Eco Friendly, empresa constituida por Claudio Cicarelli —primo y supuesto testaferro de Machado, según los señalamientos— y Roncero. La pregunta que subyace en los papeles es si hubo una triangulación: Machado habría girado a Lácteos Vidal unos US$ 3.073.354 que habrían llegado a Transportes El Nacional, desde donde al menos US$ 215.000 se habrían destinado a la campaña 2023 de Patricia Bullrich. Lo anterior integra líneas de investigación; nadie mostró aún el mapa completo en público.
Ese rompecabezas gana relieve con otro dato: en enero, un avión aterrizó en Entre Ríos con 350 kilos de cocaína. La pesquisa detectó que la aeronave, con matrícula adulterada, había pertenecido a Transportes El Nacional y que fue vendida —a precio “de ganga”, diez veces por debajo de su valor, según la investigación— al peruano Villanueva, hoy detenido en Ezeiza. Es ahí donde el negocio del aire, el transporte y la política dejan de ser diagonales y se vuelven líneas rectas.
Río Negro, entre arenas y versiones
El capítulo rionegrino tiene su propio barro. El gobernador Alberto Weretilneck primero negó y después corrigió: dijo que el encuentro con Machado fue por pedido del club Deportivo Viedma. Machado lo desmintió. A eso se sumó la figura de Cicarelli. El gobernador admitió que Cicarelli estuvo adscripto al bloque de Juntos Somos Río Negro, no trabajó y cobró. Lo echaron hace algunas semanas, dijo. La aclaración dejó más preguntas de las que respondió.
Quedó además en el centro de la escena otro frente: Cicarelli acumuló permisos de explotación de canteras para arenas silíceas —un insumo clave para el fracking en Vaca Muerta— que, según datos oficiales de la provincia, representan una porción llamativamente alta del total (39%). Esos permisos los otorga la Subsecretaría de Minería, bajo la órbita de la Secretaría de Energía provincial, a cargo de Andrea Confini, pareja del gobernador y entonces candidata a senadora. En voz baja, en Viedma, se repite la misma inquietud: ¿hay o no incompatibilidades cuando un empleado estatal obtiene permisos de explotación?
La reacción política se tensó todavía más cuando, en medio del ruido, el periodista Luciano Barroso fue despedido de la administración provincial a las pocas horas de cubrir el caso para un medio nacional. El gesto se leyó como un mensaje: que hable el río, no el cronista.
Lo que se dice en voz baja
Machado es parco, como quien elige bien la piedra antes de tirarla. “Espert no tendría que haberme negado. ¿Por qué me negó?”, repite. Sostiene que lo advirtió en marzo de 2021: “Iban por él”, dice. También apunta a Weretilneck. De Cicarelli, suelta: “Un tipo básico que se las rebusca. Un día vende cebolla y otro, autos”. Sobre Villaverde, “impresentable”. Sobre Bullrich, silencio. Sobre Milei, una anécdota de perros que no cambia nada. Hay frases que le gusta dejar caer, como migas, a ver quién las sigue.
Entre las hojas que circulan hay un contrato con Espert por el que —según se dijo— pedían US$ 100.000. Machado lo niega de plano. “Imposible. Una sola persona tiene ese contrato”, asegura. Muestra un papel. Lo rompe. “No comí hace dos días”, dice, mientras revuelve granola con yogur. La ironía, en esta mesa, es un condimento más.
La hebra libertaria
El hilo con el oficialismo libertario aparece en dos puntas. Una, política: la candidata a senadora Lorena Villaverde, que —según se dice en la comarca— sería pareja de Cicarelli. Otra, empresarial: el funcionario del Ministerio de Capital Humano, Hernán Núñez, figura como socio de Cicarelli en GOLD AND SAND, una firma radicada en Río Negro que recibió permisos y cesiones de tierras fiscales para explotación minera durante la gobernación de Weretilneck. Todo convive en el mismo mapa: minería, transporte, campañas, aviones. Lo que varía es quién dibuja las flechas.
Machado asegura que, tras la filtración del video de Espert en la pileta, mandó un recado a la Casa Rosada: “A Santiago Caputo le hago llegar un mensaje: yo no quiero ir a Estados Unidos. Si esto explota, yo hablo y se cae el país mañana”. La respuesta, dice, fue lacónica: “Mensaje recibido”. No hubo confirmación oficial. En Balcarce 50, los silencios también trabajan.
El día que la Corte dijo basta
La noticia llegó pasado el mediodía. La pantalla del teléfono mostró lo inevitable: “La Corte habilitó la extradición de Fred Machado”. Adentro, la calma se rompió al instante. Afuera, una camioneta azul esperaba detrás de los árboles. “Andá a fijarte quiénes son”, se escuchó. La policía bajó con chalecos y el gesto cansado de quien sabe que las últimas escenas de estas historias suelen repetirse.
Hubo tiempo para un abrazo de la madre que pide explicaciones que nadie quiere dar, una hermana con los ojos enrojecidos, unas empanadas que se enfriaron como se enfría lo que pierde sentido, y los perros, que fueron el único desorden que la casa no quiso corregir. Al final, una ronda de efectivos rodeó el lugar, las esposas aparecieron, y Machado salió. “Gracias por todo”, dijo. Nadie contestó. El río, quieto, siguió su curso.
Lo que deja la estela
Que la Corte haya habilitado la extradición no agota el relato: lo ordena hacia donde duele. El financista que fue músculo de campañas y comodín de itinerarios privados se quedó sin su argumento de negociación: la política se corrió un paso. Espert se despegó. Weretilneck patinó en su propio discurso. Bullrich elige callar. Y en la provincia, la trama de arenas, sociedades y favores apila interrogantes institucionales que no conviene minimizar.
En ese cuadro, queda flotando una sospecha que el río no se apura en confirmar ni en desmentir: Machado no se fugó. O no quiso, o apostó a un pacto que no se cumplió. Lo demás son papeles, transferencias y memorias que, como en toda ribera, tarde o temprano vuelven a la superficie. Porque el sol no se tapa con la mano, y esta vez tampoco será la excepción.
