domingo, noviembre 9, 2025
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Elecciones intermedias en Argentina: el kirchnerismo, vara para medir a Milei

Domingo de urnas a mitad de mandato. En la Rosada ajustan números y en Washington curiosean, porque no son muchos los países que cortan el calendario político en dos. Algún asesor de Trump habrá googleado “intermedias argentinas” junto con “Milei”, pero la pregunta que de verdad importa no viaja al norte: acá, ¿qué es ganar y qué es perder una legislativa? La respuesta no está en una foto nacional, sino en el mapa fino de bancas por distrito. Ahí se lee el pulso del poder.

  • Las intermedias miden gobernabilidad: más que porcentajes, cuentan bancas y el reparto territorial.
  • En 2005, el kirchnerismo inauguró su hegemonía con 16 triunfos distritales y 62 diputados.
  • En 2009, tras las “testimoniales” y con el humor social en baja, el oficialismo ganó en 10 distritos y cayó en la provincia de Buenos Aires.
  • En 2013, luego del 54% de 2011, consolidó 9 victorias provinciales, pero resignó centralidad en PBA, CABA, Córdoba y Santa Fe.
  • Promedios que pesan: cerca de 47% donde ganó y menos de 20% en los grandes centros cuando perdió.
  • Esa vara —no los eslóganes— será la que mida a La Libertad Avanza el lunes a la mañana.

Las intermedias, termómetro de poder territorial

El bipartidismo clásico ya venía astillado desde 2003, con tres boletas peronistas y tres radicales en la presidencial. Desde ahí, el justicialismo se repartió en familias y subfamilias. Incluso con la Casa Rosada fuerte, la cohesión fue intermitente: pactos provinciales a la carta, peronismos federales y sellos prestados. En las legislativas esa elasticidad se vuelve contabilidad pura: dónde se gana, cuántas bancas, qué alianzas sostienen el andamiaje. El resto es ruido.

2005: bautismo de hegemonía, con fractura a la vista

El 23 de octubre de 2005 la grieta intraperonista se exhibió en la provincia de Buenos Aires: Cristina Fernández de Kirchner, por el Frente para la Victoria, le ganó de visitante a Hilda González de Duhalde, con un 45% contra 20% y una brecha de casi 1,7 millón de votos. Eran tiempos en que los K miraban al PJ con distancia y armaron por afuera.

Ese día, los candidatos bendecidos por la Casa Rosada se impusieron en 16 de las 24 elecciones de diputados. Golpes de efecto: Buenos Aires (18 de las 35 bancas en juego, con Alberto Balestrini primero), Córdoba (4 de 9, con José de la Sota alineado esa vez), Entre Ríos y un Tucumán arrasador: 64% y los 4 escaños, con Beatriz Rojkés encabezando.

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Donde ganaron, promediaron 47,3% y juntaron 50 de 84 bancas posibles en esos distritos. Hubo joyitas de ingeniería electoral, como Corrientes, donde el “Frente de Todos” mezcló al kirchnerismo con la UCR y funcionó como oficialismo local.

En 7 de los 8 distritos restantes, el kirchnerismo fue segundo. En Santa Fe hizo 33% con Agustín Rossi; en San Luis y Santiago del Estero el segundo puesto no alcanzó para entrar, feudos de los Rodríguez Saá y de Gerardo Zamora —este último, con el tiempo, un socio frecuente. Destacados del otro lado: Hermes Binner en Santa Fe y Alfredo Cornejo en Mendoza.

El peor trago fue la Ciudad: con Rafael Bielsa, el FPV salió tercero con 20%, aunque se llevó 3 de las 13 bancas. El primer lugar fue para un Mauricio Macri debutante en la boleta del PRO. En los 8 distritos donde no mandó, el oficialismo sumó 12 de 43 bancas y promedió 25,5%. Total de la cosecha: 62 diputados sobre 127, a lo que se acoplaron aliados sueltos de peso provincial. La maquinaria había arrancado.

2009: la factura social y las “testimoniales”

Cuatro años después, ya con CFK en la Presidencia, el Gobierno adelantó la elección a junio. Quedó para la memoria la jugada de las candidaturas testimoniales en Buenos Aires: Néstor Kirchner arriba, secundado por Daniel Scioli, Nacha Guevara y Sergio Massa. No asumirían.

La realidad fue menos amable: el oficialismo ganó en 10 provincias (eran 16 en 2005). Su mejor cosecha: Tucumán, con 3 bancas y Osvaldo Jaldo a la cabeza. También triunfos en Chaco, Chubut, Formosa, Jujuy, La Rioja (Jorge Yoma primero), Río Negro, Salta —donde el PJ oficial ganó y el FPV quedó en 5%—, San Juan y Tierra del Fuego. En ese lote, 16 diputados sobre 27 en juego y un promedio de 45,6%.

En Buenos Aires, el resultado que marca cualquier tablero: segundo puesto, 12 diputados (seis menos que en 2005). Francisco de Narváez, con un alicate de uñas como símbolo y PRO como socio, se llevó la foto.

Hubo segundos puestos en otras seis provincias, aunque sólo en Entre Ríos eso valió dos bancas; en Catamarca y Mendoza, una cada una. El golpe simbólico llegó en Santa Cruz: con 41%, ganó el radical Eduardo Costa en “Cambiemos para Crecer”, alianza con socialistas y aristas. En ese grupo, el kirchnerismo se llevó 5 de 22 diputados.

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También aparecieron terceros lugares en Santa Fe (Rossi insistía), Corrientes —con un escaño—, Misiones y Neuquén —sin bancas—. Y peores: cuartos en CABA (13% con Carlos Heller) y Córdoba (9%). Igual, en ambos casos el peso demográfico permitió rascar una banca. Lo más áspero se vio en La Pampa: el “Frente Amplio” que integraba al FPV cayó quinto; ganó el PJ alineado al gobernador Oscar Jorge, de los pocos peronistas que confrontaban a Balcarce 50.

En total, las listas oficiales sumaron 37 de las 127 bancas, 25 sobre 92 si se excluye Buenos Aires. La UCR, tras la muerte de Raúl Alfonsín, se rearmó en frentes como el Cívico y Social y tuvo su momento. La tapa de “fin del kirchnerismo” circuló. Se apuraron.

2011/2013: del 54% al reflujo

El 54% de 2011 —primera vuelta, viudez reciente— parecía blindaje. La tragedia de Once, el 22 de febrero de 2012, abrió otra etapa. Cinco días después, en Rosario, la frase quedó grabada: “¡Vamos por todo!”. No se daría.

El 27 de octubre de 2013, el kirchnerismo sostuvo 9 victorias provinciales (16 en 2005). En Chaco y Entre Ríos, tres diputados por distrito; en Río Negro —con María Emilia Soria primera—, San Juan y Tucumán —con Juan Manzur—, seis bancas entre las tres. Formosa, La Pampa (esta vez peronismo y kirchnerismo juntos), La Rioja y Tierra del Fuego sumaron una banca cada una. Donde ganó, promedió 47,4% y reunió 9 de las 27 bancas que se repartían en esos territorios.

La provincia de Buenos Aires calcó 2009: 32%, segundo lugar y 12 diputados, detrás del Frente Renovador de Sergio Massa, que entraba al estrellato. Martín Insaurralde, intendente de Lomas, fue un rival menor frente al tigrense.

Hubo segundos puestos en ocho provincias —Mendoza y Salta entre ellas—, con una banca por elección. En Santa Cruz, otra vez detrás de Eduardo Costa, ahora con “Unión para Vivir Mejor”. La tierra santa volvió a ser ajena. Entre los opositores ganadores, nombres que después pesarían: Julio Cobos en Mendoza y Gustavo Valdés en Corrientes.

Más atrás, terceros lugares en cinco de seis provincias —cuarto en Misiones, con el atenuante de que el Frente Renovador de la Concordia colaboraba en el Congreso—. En San Luis y Santiago del Estero, tercer puesto sin bancas. En CABA, Córdoba y Santa Fe, 7 diputados sobre 31 y un promedio de 19,3%: cifra flaca para cualquier oficialismo en los grandes centros.

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El cierre de diputados fue de 42 sobre 127 bancas (32,6% promedio). Sin Buenos Aires, 30 sobre 92. En el Senado —se renovaba un tercio, como ahora—, el oficialismo ganó en Chaco, Entre Ríos, Río Negro, Salta y Tierra del Fuego, y fue segundo en Neuquén: 11 senadores sobre 16 posibles. Figuras de peso, como Miguel Ángel Pichetto, fueron parte de esa ingeniería. En CABA, la boleta fue tercera (Daniel Filmus volvía a la cancha). En Santiago del Estero, la particularidad: el FPV formal quedó cuarto, pero las tres bancas se las llevaron dos listas que respondían al gobernador Gerardo Zamora. Un oficialismo “de facto”, sin sellos nacionales.

Lo que dejó la década: banca mata relato

En las tres intermedias del ciclo K, el oficialismo ganó 35 de 72 elecciones distritales a diputados. Esos triunfos valieron 82 bancas de 138 puestas en juego en esos escenarios. En 23 comicios quedó segundo —dos veces en la provincia de Buenos Aires—, con promedios cercanos al 28% y 45 bancas sobre 147. En las 14 restantes, tercero o peor, con promedios alrededor del 14%. Un patrón consistente: donde el peronismo orgánico se ordenó, la cosecha fue estable; donde la capital y la zona núcleo tuvieron humor agrio, se sintió el golpe.

La vara para medir a La Libertad Avanza

El lunes 27 no va a alcanzar con mirar el porcentaje nacional. El metro verdadero será triple: cuántas provincias gana el oficialismo, cuántas bancas cosecha en los distritos que pesan y cómo le va en el triángulo duro —Buenos Aires, Córdoba, CABA— que suele decidir humores y agendas. En 2005, 2009 y 2013, el kirchnerismo dejó una línea de base: 16, 10 y 9 triunfos provinciales; 62, 37 y 42 diputados totales; y una Buenos Aires que, cuando se dio vuelta, empezó a reescribir el relato.

Con esa aritmética en la mano, se entenderá si La Libertad Avanza gana aire o pierde músculo. Tal vez en el norte alguien pregunte lo mismo. Pero la respuesta, como casi siempre, estará en el mapa, no en el hashtag.

Facundo Samba
Facundo Samba
Facundo Samba es un escritor cuyos artículos destacan por su profundidad y compromiso. Tiene un máster en periodismo de investigación por la Universidad de Buenos Aires y le apasionan los temas políticos y económicos y las tendencias sociales. Antes de incorporarse a Radio Pública, Facundo trabajó como periodista freelance y colaboró con varias publicaciones internacionales, especialmente en temas relacionados con los derechos humanos y la justicia social.Su escritura crítica y analítica ofrece una visión clara de los problemas contemporáneos, lo que le convierte en un colaborador clave del equipo editorial. Sus escritos son muy apreciados por su capacidad para ofrecer nuevas perspectivas sobre cuestiones de alcance mundial.Para ponerse en contacto con él, envíe un correo electrónico a facundo.samba@laradiopublica.com.
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