En la Casa Rosada hacen política con un termómetro, no con fuegos artificiales. A nueve días de las urnas, el oficialismo ya no discute si el vaso está medio lleno o medio vacío: mide umbrales. Un 40% sería el permiso para cambiar de piel sin traumas; 35%, un aterrizaje aceptable; por debajo de 30%, la alarma. En ese tablero, asoma una pieza que hasta ahora operó desde las sombras: Santiago Caputo, candidato a formalizar lo que ya pesa en los pasillos. Y, pasado el ruido electoral, una promesa que el Gobierno dejó en suspenso durante un año: abrir la puerta al diálogo.
- El oficialismo mira tres marcas: 40% “exitazo”, 35% “aceptable”, menos de 30% “problema”.
- Tras el golpe del 7 de septiembre y el 47%–33% en Buenos Aires para Fuerza Patria, crece la cautela.
- La Libertad Avanza compite en los 24 distritos; Fuerza Patria no llega a al menos nueve y planea sumar aliados en el conteo nacional.
- Milei anticipó una reestructuración “forzosa” del Gabinete; Caputo podría asumir un rol central, incluso la Jefatura.
- Descartan una participación formal de Mauricio Macri en el organigrama.
- El Consejo de Mayo prepara reformas impositiva y laboral para el 12 de diciembre; el diálogo con gobernadores queda para después del 26.
El termómetro del 40-35-30
“Cuarenta es un exitazo; 35, aceptable; y menos de 30, un problema”, repiten cerca del Presidente. No lo dicen como arenga, sino como hoja de ruta. La sorpresa del peronismo el 7 de septiembre —rematada por el 47% a 33% en la provincia de Buenos Aires— obligó a recalibrar expectativas. A esta altura, el oficialismo prefiere hablar de umbrales antes que de euforia. El número, más que trofeo, define qué puertas se abren al día siguiente.
La boleta completa y la aritmética de los aliados
En Balcarce 50 subrayan una diferencia operativa que, en un escrutinio cerrado, pesa: La Libertad Avanza presenta listas en los 24 distritos; Fuerza Patria, no, y quedaría afuera en al menos nueve. La respuesta peronista será una contabilidad amplia: sumar en el total nacional los votos de otros frentes afines. En el Gobierno leen ese movimiento como signo de partida: “Si pensás contar también a los aliados, es porque te ves abajo”, deslizan. La elección no se define sólo por climas, sino por centímetros de boleta.
Gabinete: del poder en la sombra al organigrama
Javier Milei habló de una reestructuración “forzosa” y puso el apellido Caputo en el centro. Santiago —hasta ahora figura de control remoto— podría pasar a un rol formal. La variante que circula: una Jefatura de Gabinete o una función equivalente, con botón y firma. En el oficialismo admiten que el tránsito no sería trivial: del sigilo al escritorio hay un cambio de aire. También aseguran que podría convivir con Guillermo Francos, aunque si el Presidente pidiera su renuncia, difícilmente el actual jefe de Gabinete se mudara a otra área. Lo que dan por hecho es el movimiento: ajustes de nombres y, tal vez, de la arquitectura ministerial.
Macri, afuera del organigrama
El otro rumor recurrente recibe un portazo. En el Gobierno descartan de plano una participación formal de Mauricio Macri. Podrán existir vasos comunicantes, pero no habrá casillero para el ex Presidente en el esquema libertario. La señal busca despejar interpretaciones en medio del reordenamiento que viene.
La foto con Trump y el realismo de los mercados
La bilateral Milei–Trump fue calificada puertas adentro como “excepcional”. Pero el entusiasmo esperado —subidón de mercados, detalles inmediatos de acuerdos— no llegó. En el entorno presidencial recomiendan bajar el hype: menos titular y más letra chica. La política exterior vende fotos; la economía, en cambio, las cobra.
Después del 26: gestión y reformas
En el oficialismo aceptan que el tono confrontativo tuvo marca de calendario. Prometen que, pasada la campaña, el diálogo se descongela. El Consejo de Mayo ya trabaja en un paquete para presentar el 12 de diciembre en el Congreso: prioridad a la reforma impositiva y a la laboral. Hay gobernadores dispuestos a acompañar, dicen, aunque piden pasar las urnas antes de sentarse en serio: varios compiten contra LLA el 26.
El día después está escrito en condicional. Si el resultado se acerca al “exitazo”, el Gobierno intentará capitalizar en mesa larga. Si roza la zona roja, el cambio será más quirúrgico y el diálogo, más necesario. En cualquiera de las dos, el experimento libertario se juega la próxima etapa en dos terrenos que no admiten gritos: el Congreso y la gestión.
