La historia de la heladería Iceland en Ituzaingó parece estar teñida de infortunios. Desde su mudanza, hace poco más de un mes, a un nuevo local en la avenida Santa Rosa 1592, el negocio ha expuesto su vulnerabilidad ante la delincuencia. El cuarto robo en un corto lapso se perpetró en la madrugada de ayer viernes, y las imágenes del hecho reverberan en la memoria colectiva del barrio.
- Cuarto robo en poco tiempo en la heladería Iceland.
- Los delincuentes ingresaron armados y amordazaron a las empleadas.
- Robaron dinero de la caja y otros objetos de valor.
- Se investiga si los responsables son los mismos de robos anteriores.
- La metodología de los asaltantes evidenciaba un plan preconcebido.
Según los relatos que emergen de la heladería, dos hombres irrumpieron en el negocio provistos de armas y, tras atar a las jóvenes empleadas, les ordenaron colocarse boca abajo. “Ya van a salir: cuenten hasta 100”, se escuchó en la fría madrugada antes de que huyeran. Un típico script de un encuentro que se vuelve repetido, casi inevitable.
Los ladrones se llevaron no solo el dinero de la caja registradora, sino también una caja fuerte y el celular de una de las trabajadoras. La escena, marcada por barbijos y capuchas, transcurrió con una impunidad escalofriante, dejando a las empleadas atadas a un destino incierto, pero afortunadamente ilesas.
Un patrón repetido
Con el reloj acercándose al cierre del local, la heladería se convierte en blanco fácil bajo la sombra de la delincuencia organizada. La saga de robos comenzó el Día de la Madre de 2024, y se suceden con una metodología alarmantemente similar en cada ocasión. La pregunta que resuena es clara: ¿son blanco de un grupo específico o simplemente la misma dúo de delincuentes vuelve a atacar?
Las imágenes grabadas de las cámaras de seguridad son analizadas por los investigadores, que tienen la esperanza de desentrañar un patrón que podría vincular estos asaltos a otros hechos delictivos. En las últimas semanas, Primer Plano Online ha estado recolectando datos y testimonios de numerosos robos a locales gastronómicos en el área, intentando desvelar una estrategia que parece cuidadosamente coordinada.
La heladería Iceland se convierte en un símbolo, no solo de la lucha cotidiana por mantener un negocio en pie, sino de un barrio que se siente cada vez más inseguro. Si bien la noche trajo consigo un nuevo asalto, también ha renovado las esperanzas de que la justicia logre atrapar a los responsables y ofrecer un poco de tranquilidad a los vecinos. En un contexto donde la incertidumbre se vuelve moneda corriente, cada detalle cuenta, cada testimonio, cada imagen: son fragmentos de una historia que sigue escribiéndose en las calles de Ituzaingó.
