Mar del Plata volvió a ser vidriera. En el 61° Coloquio de IDEA, entre pasillos de hotel y café apurado, Patricia Bullrich irrumpió sin estar en programa y dejó un mensaje con destinatarios claros: empresarios que quieren previsibilidad y gobernadores que tensan la cuerda por la caja. En campaña y con agenda propia, la ministra de Seguridad y candidata a senadora por la Ciudad eligió el mar como telón para defender el alineamiento con Estados Unidos, relativizar la crítica al FMI y marcar qué entiende por acuerdos con las provincias.
Puntos clave
- Bullrich participó del Coloquio de IDEA sin figurar en la grilla y pidió “confianza” al empresariado.
- Respondió a Maximiliano Pullaro por las críticas al FMI y apuntó a la dependencia provincial de fondos nacionales.
- Planteó que habrá acuerdos con provincias “para cambiar”, con foco en bajar impuestos y mejorar competitividad.
- Defendió el acercamiento a Estados Unidos como apoyo “inédito” y lo diferenció del swap con China, que consideró compatible.
- Citó declaraciones de Donald Trump y sostuvo que el vínculo bilateral no se agota el 26 de octubre.
IDEA como escenario, aun sin invitación
La liturgia del Coloquio se repite: cuando la política asoma, el salón baja el murmullo. Bullrich no estaba en la agenda, pero se acercó igual. Mantuvo reuniones con ejecutivos y dejó una consigna: “tener confianza”. Según su lectura, “el camino es sólido y no va a torcerse”. En Mar del Plata, donde el encuentro empresario oficia de termómetro del humor inversor desde hace décadas, la ministra se movió como en campo conocido: promesas de estabilidad y un mensaje de orden.
La disputa por la caja, en clave federal
Consultada por los dichos del gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, que cuestionó la frecuencia con la que el país recurre al Fondo, la respuesta llegó con filo: las provincias, dijo, piden recursos “cada diez minutos”. Con ese trazo definió su postura frente al federalismo fiscal: “Queremos hacer acuerdos, pero para cambiar”. Si Nación baja un impuesto y una provincia lo sube, explicó, “vamos por caminos distintos”. La competitividad, repitió, se construye entre todos. En la Argentina real, donde la coparticipación y las transferencias discrecionales suelen ordenar —o desordenar— el mapa político, el mensaje no fue neutro.
EE.UU., el FMI y la hoja de ruta económica
En materia externa, Bullrich destacó el respaldo de Washington como “muy importante e inédito”. Lo ató a la llegada de inversiones —“tradicionales y no tradicionales”— y a una hoja de ruta que, según su diagnóstico, combina superávit con desaceleración inflacionaria. En la sala, más de uno tomó nota: el vínculo con Estados Unidos, aseguró, trasciende la fecha electoral del 26 de octubre. Y, al pasar, buscó ordenar la discusión sobre las señales que vienen del norte.
Trump, Venezuela y la compatibilidad con China
Sobre las palabras del presidente estadounidense, Donald Trump, Bullrich las interpretó como un límite para quienes evitan llamar “dictadura” al régimen venezolano, en alusión a Jorge Taiana. Aclaró además un punto incómodo para cualquier tablero de política exterior: no ve incompatibilidad entre el swap con China y una relación estrecha con Estados Unidos. Dijo que incluso consultó por una ruptura del swap y que la respuesta fue negativa. “Cuando Sergio Massa usaba el swap con China, nadie cuestionaba”, comparó, con una ironía leve que flotó unos segundos en el aire.
Lo que dejó Mar del Plata
El Coloquio suele ordenar prioridades: empleo, impuestos, reglas. En ese inventario, Bullrich apostó a mostrar disciplina fiscal y agenda pro-inversión, y a señalar que la Nación no puede correr sola si las provincias patean al costado. Es el corazón de la discusión que viene: cómo encajar la necesidad de crecer con la obsesión por cerrar cuentas. Afuera, el viento de la costa recordaba que los discursos, como las mareas, suben y bajan. Lo que quede en la arena, más allá del 26, será lo que cuente.
