Domingo de escuela abierta y olor a lápiz recién sacado del estuche. Debuta la Boleta Única de Papel en las legislativas, y el trámite que parecía automático cambia de ritmo: un papel por mesa, una sola hoja que concentra las opciones. Entre dudas de pasillo y tutoriales de WhatsApp, la Directora Nacional Electoral, María Luz Landívar, bajó a tierra los detalles. La consigna, a grandes rasgos, es simple: marcar bien, doblar bien, y no olvidarse de que en varios distritos hay que votar dos veces dentro de la misma boleta.
- La BUP reúne a todas las listas en una sola hoja: la marca va en el recuadro de la agrupación elegida.
- Cualquier trazo es válido si queda dentro de la franja correspondiente y no genera dudas.
- Se puede usar birome propia, pero se recomienda la oficial: negra, indeleble, “ELECCIONES ARGENTINAS”.
- En provincias que eligen diputados y senadores, hacen falta dos marcas; no existe “lista completa”.
- Olvidar una categoría vale como voto en blanco en esa categoría.
- Si te equivocás, podés pedir reemplazo de boleta sin revelar tu voto.
Cómo se marca y qué vale
La nueva boleta condensa todo el menú. No hay que arrancar ni cortar: alcanza con señalar la opción en el casillero blanco de la agrupación que querés acompañar. Landívar fue tajante con un dato que puede evitar discusiones en la mesa: cualquier marca sirve si es clara y está dentro de la franja de ese partido. Una X, un tilde, un círculo, hasta un dibujo, siempre que no deje dudas. En los distritos donde se votan senadores además de diputados, la lógica se duplica: una señal para una categoría y otra para la restante. Ese desdoble permite, si querés, cruzar el voto entre fuerzas distintas.
Birome propia o la oficial: mito y práctica
Se permite llevar la lapicera de casa. Aun así, la recomendación oficial es usar la birome que está en cada mesa: negra, común, no chorrea y no se borra. Viene grabada con la leyenda “ELECCIONES ARGENTINAS”. No es un capricho: circuló un rumor en redes sobre trazos que se esfuman con calor o magia. Reverso, el consorcio que chequea desinformación electoral, ya lo desmintió. En síntesis, si te da tranquilidad tu birome, adelante; si preferís evitar suspicacias, agarrá la de la autoridad de mesa.
Dos marcas, cero atajos
La negociación de la ley dejó un punto clave: no hay casillero de lista completa. Eso obliga a prestar atención donde más se suele fallar: en las provincias que eligen ambas Cámaras, hay que hacer dos marcas, una por cada categoría. Si marcás diputados y te olvidás senadores, lo no marcado cuenta como voto en blanco. Son ocho las provincias con ese doble renglón. No es un laberinto, pero requiere un segundo de pausa antes de doblar la boleta. La frase que repiten en los entrenamientos de autoridades de mesa resume la idea: dos categorías, dos cruces.
La cabina desplazó al cuarto oscuro
Otra postal que cambia: el cuarto oscuro tradicional cede lugar a la cabina de votación. El secreto ahora lo asegura ese cubículo, con cartelería visible que prohíbe fotos adentro para que nadie pueda presionarte. Afuera, si querés una selfie con la boleta doblada, es tu decisión; adentro, teléfono guardado. La BUP, además, hace de sobre. No vas a buscar uno aparte: marcás, doblás prolijo, y a la urna. Menos papeles, menos idas y vueltas, más control del propio acto.
Si te equivocás, hay reemplazo
El error tiene salida, sin escraches ni miradas inquisidoras. Si te das cuenta de que marcaste mal, salí de la cabina con la boleta doblada —el contenido no se muestra— y avisá a la autoridad de mesa. Se activa entonces el procedimiento: esa hoja pasa al sobre rotulado “Boleta Única REEMPLAZADA”, se consigna el motivo (erraste, vino manchada, estaba rota) y se anotan los datos del presidente de mesa, no los tuyos. Te entregan una boleta nueva y volvés a votar con calma. La identidad del elector que pidió el reemplazo nunca queda expuesta.
Lo importante, sin vueltas
Toda elección tiene su curva de aprendizaje. Esta, más que de costumbres, es de atención. La BUP promete alivianar logística y discusión de boletas faltantes, y traslada al votante una responsabilidad nítida: elegir, marcar dentro del recuadro y no saltearse categorías. El resto —birome, cabina, doblez— acompaña. El domingo, entre mates y pizarrones con números, el nuevo papel va a probar su paciencia y su claridad. Y el voto, como siempre, valdrá lo que valga esa marca que no titubea.
