El lunes, en los pasillos del Palacio San Martín, todavía olía a tinta fresca cuando aparecieron las firmas. Gerardo Werthein estampó su nombre en 83 traslados de diplomáticos a embajadas y consulados. Dos días después, le anunció al presidente Javier Milei que se iba del Ministerio de Relaciones Exteriores. El orden de los hechos no es menor: en tiempos de austeridad quirúrgica, cualquier movimiento que implique valijas, pasajes y fletes se mide con lupa y en dólares.
- Werthein firmó 83 traslados de funcionarios del servicio exterior dos días antes de comunicar su renuncia.
- El costo estimado de esos movimientos ronda los US$ 2 millones, según fuentes diplomáticas citadas por La Nación.
- Veintinueve de los beneficiados ya estaban en el exterior y cambian de destino; el resto parte desde Buenos Aires.
- Los traslados están previstos entre enero y abril del año próximo.
- La Casa Rosada anticipó que revisará de manera exhaustiva las designaciones.
- Se esperan definiciones sobre el nuevo canciller y otros cambios de gabinete después de las elecciones del domingo.
Un trámite caro en tiempos de tijera
En la diplomacia, las mudanzas no son una extravagancia: forman parte del manual. Cada cuatro o cinco años, las piezas se mueven; cada expediente tiene su ruta y su justificación. Pero el contexto manda. Cuando pagás pasajes, fletes y viáticos en una economía que cuenta los billetes verdes de a uno, el número duele: unos US$ 2 millones, de acuerdo con fuentes diplomáticas citadas por La Nación. No es un desborde presupuestario, pero tampoco un vuelto para un Estado que se promete flaco.
Qué se firmó y para cuándo
De los 83 movimientos avalados por el ahora ex canciller, 29 alcanzan a funcionarios que ya trabajan fuera del país y cambiarán de plaza. El resto alista salida desde Buenos Aires hacia distintas capitales. Los traslados no son inmediatos: se programaron entre enero y abril del año próximo, un calendario que da margen a logística, relevos y formalidades. En la jerga del Servicio Exterior, ese lapso permite ordenar viviendas, colegios, escrituras y, sobre todo, presupuestos.
La letra chica: timing y control
La decisión se tomó el lunes; la renuncia se comunicó dos días después. La secuencia encendió la alarma política más que la administrativa. En la Casa Rosada dejaron trascender que las designaciones pasarán por un peine fino. No es una amenaza ni un gesto excepcional: cada cambio de conducción revisa lo que hereda. Pero el mensaje quedó claro para adentro y afuera del Palacio San Martín: nada se da por hecho hasta nuevo aviso.
Movidas en el tablero mayor
La salida de Werthein aceleró una discusión que ya estaba sobre la mesa del Presidente. En Balcarce 50 admiten que su reemplazo formaba parte de los movimientos posibles. La confirmación de nombres, sin embargo, quedará para después del domingo, cuando el resultado electoral ordene (o desordene) prioridades. No es solo un sillón: el canciller define tono y ritmo de una política exterior que intenta ganar consistencia entre gestos ideológicos, comercio y una comunidad de argentinos repartida por el mundo.
Lo que queda por mirar
La lista de 83 traslados no dice, por sí sola, si hubo apuro, rutina o un último acto de orden interno. Sí recuerda que, aun con ministros de salida, la maquinaria del Estado sigue girando. La diferencia, como casi siempre, estará en la letra final: qué se confirma, qué se corrige y qué se frena. Entre enero y abril, cuando empiecen a despegar los vuelos, se verá si estas firmas fueron un cierre de ciclo o el prólogo de una reconfiguración más amplia en la diplomacia argentina.
